La Agencia de Protección Civil del país dijo que hasta el domingo se habían contabilizado 1.297 muertos por el terremoto de magnitud 7,2, un día después de que el temblor convirtiera miles de estructuras en escombros y desencadenara frenéticos esfuerzos de rescate antes de un diluvio potencial de una tormenta que se acerca.
El terremoto del sábado también dejó al menos 5.700 personas heridas, y miles más fueron desplazadas de hogares destruidos o dañados. Después de la puesta del sol del domingo, Les Cayes se oscureció por apagones intermitentes y muchas personas durmieron afuera nuevamente, agarrando pequeñas radios de transistores sintonizadas con las noticias, aterrorizadas por las continuas réplicas.
La devastación podría empeorar pronto con la llegada de la tormenta tropical "Grace", que se prevé que llegue a Haití el lunes por la noche. La agencia de protección civil dijo que los haitianos deben esperar fuertes vientos, fuertes lluvias, mares agitados, deslizamientos de tierra e inundaciones.
Las autoridades dijeron que más de 7.000 casas fueron destruidas y casi 5.000 sufrieron daños. También se vieron afectados hospitales, escuelas, oficinas e iglesias.
El sismo se centró a unos 125 kilómetros (78 millas) al oeste de la capital, Puerto Príncipe, afectando varias ciudades y provocando deslizamientos de tierra que obstaculizaron los esfuerzos de rescate en un país catalogado como el más pobre del hemisferio occidental. Esta nación ya estaba luchando con el empeoramiento de la pobreza, la pandemia del coronavirus, la incertidumbre política tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio y una ola de violencia de pandillas.
Los trabajadores atravesaron los escombros de los edificios derrumbados con maquinaria pesada, palas y picos.
Subrayando las terribles condiciones, los funcionarios locales tuvieron que negociar con las pandillas en el distrito costero de Martissant para permitir que dos convoyes humanitarios por día pasaran por la zona, informó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. La agencia calificó a la península sur de Haití como un "punto crítico para la violencia relacionada con las pandillas", donde los trabajadores humanitarios han sido atacados repetidamente.
La agencia dijo que el área ha sido "prácticamente inalcanzable" durante los últimos dos meses debido a los bloqueos de carreteras y preocupaciones de seguridad. La portavoz de la agencia, Anna Jefferys, dijo que el primer convoy pasó el domingo con personal del gobierno y de la ONU. Agregó que el Programa Mundial de Alimentos de la ONU planea enviar suministros de alimentos en camiones el martes.
El primer ministro Ariel Henry declaró un estado de emergencia de un mes para todo el país y dijo que los convoyes de primeros auxilios organizados por el gobierno habían comenzado a trasladar la ayuda a áreas donde las ciudades fueron destruidas y los hospitales abrumados.
"Resaltamos la dignidad, el esfuerzo de resistencia de las víctimas y su capacidad para empezar de nuevo", dijo Henry a los periodistas. “De mis observaciones deduzco que los haitianos quieren vivir y progresar. Unámonos para ofrecer a estas personas un entorno de vida propicio para el desarrollo”.
La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, dijo que las necesidades humanitarias son graves y que muchos haitianos necesitan atención médica, agua potable y refugio con urgencia. Los niños que han sido separados de sus padres necesitan protección, dijo.
En alusión al terremoto de 2010 que asoló la capital de Haití, matando a decenas de miles, Fore dijo: “Poco más de una década después, Haití se tambalea una vez más y este desastre coincide con la inestabilidad política, el aumento de la violencia de las pandillas, las tasas alarmantemente altas de desnutrición entre los niños y la pandemia de COVID-19, para la cual Haití ha recibido solo 500.000 dosis de vacunas, a pesar de requerir muchas más".
El país de 11 millones de personas recibió su primer lote de vacunas contra el coronavirus donadas por Estados Unidos tan solo el mes pasado a través de un programa de las Naciones Unidas para países de bajos ingresos.
Los trabajadores médicos de toda la región se están esforzando por ayudar mientras los hospitales de Les Cayes están comenzando a quedarse sin espacio para realizar cirugías.
“Básicamente, necesitan todo”, dijo el Dr. Inobert Pierre, pediatra de la organización sin fines de lucro Health Equity International, que supervisa el Hospital St. Boniface, a unas dos horas de Les Cayes. “Muchos de los pacientes tienen heridas abiertas y han estado expuestos a elementos no tan limpios”, agregó Pierre, quien visitó dos hospitales en Les Cayes, uno con unos 200 pacientes y el otro con alrededor de 90. “Anticipamos muchas infecciones".
ARTÍCULO POR: MARK STEVENSON Y EVENS SANON
EDICIÓN Y TRADUCCIÓN POR: ELIANA GONZÁLEZ
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