En muchos lugares, las celebraciones de Año Nuevo se silenciaron o cancelaron por segundo año consecutivo debido a un aumento de las infecciones por coronavirus, esta vez impulsadas por la variante altamente contagiosa de Ómicron.
Incluso antes del golpe de Ómicron, muchas personas se alegraron de decir adiós al segundo año de la pandemia.
Pero hasta ahora, al menos, el aumento de Ómicron no ha resultado en los mismos niveles de hospitalizaciones y muertes que brotes anteriores, especialmente entre las personas vacunadas, lo que ofrece un rayo de esperanza para 2022.
Nueva Zelanda fue uno de los primeros lugares en celebrar el año nuevo con una exhibición de luces discretas proyectadas en los puntos de referencia de Auckland, como la Sky Tower y el Harbour Bridge. Eso reemplazó al tradicional espectáculo de fuegos artificiales. Si bien aún no ha habido una propagación comunitaria de Ómicron en Nueva Zelanda, las autoridades prefirieron desalentar la congregación de multitudes.
Por su parte, su país vecino, Australia, siguió adelante con sus celebraciones a pesar del incremento de casos de virus. Se lanzaron algunos fuegos artificiales temprano en la noche para darles a los niños más pequeños una vista previa de la pieza central de las festividades, la famosa exhibición de fuegos artificiales del Sydney Harbour Bridge y Sydney Opera House.
Horas antes de que comenzaran las celebraciones, las autoridades sanitarias australianas informaron un récord de 32.000 nuevos casos de virus, muchos de ellos en Sydney. Debido al aumento, las multitudes eran mucho más pequeñas que en los años previos a la pandemia, cuando hasta 1 millón de asistentes se aglomeraban en Sydney.
Debido al lugar donde se ubica la línea de fecha internacional, los países de la región de Asia y el Pacífico se encuentran entre los primeros en marcar el comienzo de cada año nuevo. En todo Japón, muchas personas planearon hacer viajes de año nuevo para pasar tiempo con sus familias y en la víspera de Año Nuevo, la gente se abarrotó en los templos y santuarios, la mayoría de ellos usando máscarillas.
Sin embargo, algunos parecían estar haciendo caso omiso de los temores al virus, cenando y bebiendo ruidosamente en el centro de Tokio y yendo en masa a las tiendas, celebrando no solo las vacaciones de fin de año, sino también una sensación de euforia por haber sido liberados de las recientes restricciones del virus.
En la capital de Corea del Sur, Seúl, la ceremonia anual de campanadas de Nochevieja se canceló por segundo año consecutivo debido a un aumento en los casos.
En su lugar, un video pregrabado de la ceremonia del toque de campanas de este año se transmitió en línea y por televisión. La ceremonia había atraído previamente a decenas de miles de personas. La cancelación del año pasado fue la primera desde que comenzó la ceremonia en 1953.
Las autoridades surcoreanas también planearon cerrar muchas playas y otras atracciones turísticas a lo largo de la costa este, que generalmente están repletas de personas que esperan ver el primer amanecer del año. El viernes, Corea del Sur dijo que extenderá las estrictas reglas de distanciamiento por otras dos semanas.
En India, millones de personas planean recibir el año nuevo desde sus hogares, con toques de queda nocturnos y otras restricciones que quitan la efervescencia de las celebraciones en grandes ciudades como Nueva Delhi y Mumbai.
Las autoridades han impuesto restricciones para mantener a las personas alejadas de los restaurantes, hoteles, playas y bares en medio de un aumento en los casos impulsados por Ómicron. Pero algunos lugares, como Goa, un paraíso turístico, y Hyderabad, un centro de tecnología de la información, se han librado de los toques de queda nocturnos gracias a un menor número de infecciones, aunque todavía se aplican otras restricciones.
Muchos indonesios también renunciaron a sus festividades habituales para pasar una noche más tranquila en casa, después de que el gobierno prohibiera muchas celebraciones de Nochevieja. En Yakarta, se prohibieron los espectáculos de fuegos artificiales, los desfiles y otras grandes reuniones, mientras que se permitió que los restaurantes y centros comerciales permanecieran abiertos; pero bajo la imposición de algunos toques de queda.
Vietnam también canceló espectáculos y celebraciones de fuegos artificiales. En Hanoi, las autoridades cerraron las calles centrales, mientras que en la ciudad de Ho Chi Minh, se prohibió al público ver actuaciones de cuenta regresiva en vivo, que en su lugar debían mostrarse en las redes sociales.
En Hong Kong, unas 3.000 personas planearon asistir a un concierto de Nochevieja con celebridades locales, incluida la banda de chicos Mirror. El concierto fue el primer gran evento de Nochevieja realizado desde 2018, luego de que los eventos fueran cancelados en 2019 debido a conflictos políticos y el año pasado debido a la pandemia.
En China continental, el gobierno de Shanghai canceló eventos, incluido un espectáculo de luces anual a lo largo del río Huangpu en el centro de la ciudad que generalmente atrae a cientos de miles de espectadores.
No había planes para las festividades públicas en Beijing, donde los templos populares han estado cerrados o tenían acceso limitado desde mediados de diciembre. El gobierno ha pedido a las personas que eviten salir de la capital china si es posible y exige pruebas para los viajeros que llegan de áreas donde hay infecciones.
Los templos populares en las ciudades del este de China de Nanjing, Hangzhou y otras ciudades importantes cancelaron las tradicionales ceremonias del "toque de campana de la suerte" de la víspera de Año Nuevo y pidieron al público que se mantuviera alejado.
En cuanto a Tailandia, las autoridades permitieron que continuaran las fiestas de Nochevieja y los fuegos artificiales, aunque con estrictas medidas de seguridad. Esperan frenar la propagación de la variante Ómicron y, al mismo tiempo, suavizar el golpe al maltrecho del sector turístico del país. Las oraciones de Nochevieja, que generalmente se llevan a cabo en los templos budistas de Tailandia, se llevaron a cabo en línea.
Y finalmente, en Filipinas, un poderoso tifón hace dos semanas acabó con las necesidades básicas de decenas de miles de personas antes de la víspera de Año Nuevo. Más de 400 murieron por el tifón Rai y al menos 82 siguen desaparecidas. Medio millón de viviendas resultaron dañadas o destruidas. A raíz de las circunstancias muchos desean simplemente no enfermarse en el nuevo año.
ARTÍCULO POR: NICK PERRY
FOTOGRAFÍA: WENDELL TEODORO
EDICIÓN Y TRADUCCIÓN: ELIANA GONZÁLEZ
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