Residentes del centro de Ottawa han sido escuchados hoy en la Comisión que investiga el uso de la ley de emergencia el pasado febrero para poner fin a las protestas del Freedom Convoy.
La primera testigo, una residente con discapacidad visual del centro de Ottawa, le contó a la comisión que la protesta enero fue un "ataque a mi audición", en la que ella confiaba para moverse por la ciudad de manera independiente.
He trabajado muy duro para ser independiente, como una persona con discapacidad, ese objetivo ha sido muy importante para mi, y lo perdí. Yo fui entrenada para caminar con el tráfico y mantenerme segura en las calles. y claro, durante las protestas no había tráfico, ni indicadores, yo no sabía si confiar en las señales. Para mi fue aterrador. El ruido era tan alto que yo no podía escuchar las señales que normalmente usamos para saber que es seguro cruzar una calle. así que la vida se volvió insegura en mi mundo.
La testigo contó que la experiencia fue tan traumatizante para ella que en los días posteriores a la finalización de la protesta todavía podía escuchar las bocinas de los camiones a todo volumen en su cabeza. Incluso ahora, el sonido de la bocina de un automóvil recorre su cuerpo y le pone los nervios de punta, dijo. La residente del centro de Ottawa, que vive con discapacidad visual, aseguró que las protestas le dejaron efectos permanentes:
El impacto en mi bienestar físico ha sido extenso. Tuve dificultades para poder dormir, mis pulmones y mi garganta se vieron afectados por la gasolina y el humo y efectos a largo plazo. Los efectos a largo plazo fueron pérdida de audición, pérdida de balance, vértigo y todavía hoy me espanto por el sonido de cualquier bocina y por ciertas músicas y una reacción física al olor a gasolina. Todavía puede escuchar en mi cabeza el sonido de las bocinas. Se lo atribuyo al ruido tan alto y constante de las bocinas y la música de los camiones, incluso cuando sonaban por un minuto o dos, o toda la noche, yo lo se sentía como un asalto a mis oídos.
Zexi Li, una funcionaria pública de 22 años que presentó una orden judicial para impedir que los camioneros tocaran continuamente sus bocinas durante la protesta, también compartió su experiencia con la comisión.
Contó que en varias ocasiones vio como encendían fogatas en la calle, algunas para calentarse y otras para cocinar, incluyendo un día en el que vio que los manifestantes asaron un cerdo en la calle.
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