Las autoridades estadounidenses están investigando cómo un joven tirador logró llegar a una azotea el sábado pasado para dispararle al expresidente Donald Trump durante un mitin político, mientras la policía estaba justo debajo del almacén sobre el que se encontraba.
“Había policía local en ese edificio. Había policía local en el perímetro exterior del edificio del que era responsable”, dijo a ABC News la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle.
En los eventos al aire libre como el mitin de Trump en Butler, Pensilvania, el fin de semana pasado, el Servicio Secreto -la principal agencia de protección de la seguridad del gobierno federal para los presidentes actuales y anteriores y sus familias- controla el perímetro interior más cercano al orador, y deja el perímetro exterior, como en este caso el almacén, para que sea vigilado por la policía local.
Ahora, se plantean dudas sobre si la decisión de dejar el almacén en el perímetro exterior y en manos de la policía local fue la correcta, ya que la azotea estaba dentro del alcance de tiro del escenario del mitin donde Trump estaba hablando.
El agresor, identificado por las autoridades como Thomas Matthew Crooks, de 20 años, logró llevar un arma de asalto a la azotea y, desde una distancia de unos 140 metros, disparar hasta ocho tiros hacia el escenario.
Uno de los disparos atravesó la oreja derecha de Trump, mientras que un asistente al mitin murió y otros dos resultaron gravemente heridos. Un francotirador del Servicio Secreto mató a Crooks.
El jefe de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, cuya agencia incluye el Servicio Secreto, dijo el lunes que pronto comenzará una revisión independiente del gobierno sobre el intento de asesinato. Mayorkas calificó el ataque como una falla de seguridad.
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