El gobierno estadounidense tiene un límite en la cantidad de dinero que puede pedir prestado. Eso significa que puede quedarse sin efectivo, si no se cambia el tope de su capacidad de endeudamiento.
Washington se está preparando para librar otra gran batalla con el fin de elevar o suspender el límite de deuda de la nación, ya que la semana pasada, la secretaria del Tesoro Janet Yellen advirtió que el jueves, Estados Unidos alcanzará su tope existente de capacidad de endeudamiento de 31,4 billones de dólares.
Estados Unidos adquiere enormes sumas de dinero en préstamos al vender bonos del Tesoro a inversionistas de todo el mundo y usa esos fondos para pagar sus obligaciones financieras existentes, entre ellas los salarios de los militares, los beneficios de protección social y los intereses de la deuda pública. Una vez que Estados Unidos llega a este límite, el Tesoro puede tomar “medidas extraordinarias” —suspender algunas inversiones y canjear distintos tipos de deuda— para tratar de mantenerse por debajo del tope durante el mayor tiempo posible. Pero, tarde o temprano, Estados Unidos tendrá que pedir préstamos más cuantiosos para pagar sus deberes o dejar de cumplir con sus obligaciones financieras, lo cual podría incluir el incumplimiento de pago de su propia deuda.
La responsabilidad de levantar o suspender el tope de endeudamiento recae en el Congreso, que debe alcanzar una mayoría simple tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado para votar a favor de un cambio al límite de deuda. El acto de elevar este límite se ha convertido en una lucha eterna, ya que los legisladores republicanos lo usan como palanca para imponer reducciones presupuestarias.
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