El crucial programa de vigilancia de aguas residuales COVID-19 de Ontario finalizará el 31 de julio de 2024, una decisión que ha provocado una gran decepción entre médicos e investigadores. El programa, que ha desempeñado un papel fundamental en la vigilancia no sólo del COVID-19 sino también de otras enfermedades infecciosas como la gripe, el VSR, la MPox, la poliomielitis y el H5N1, verá recortada su financiación por parte del gobierno provincial.
A pesar de los planes de ampliación de las pruebas federales de aguas residuales en Ontario, muchos expertos sostienen que esto no compensará la pérdida del amplio programa provincial. El Dr. Thomas Piggott, médico jefe de sanidad de Peterborough, expresó su consternación en las redes sociales, afirmando que esta ha sido una información crítica no sólo para COVID-19 sino para otras amenazas de enfermedades infecciosas.
El Dr. Piggott destacó la rentabilidad del sistema de vigilancia de aguas residuales, señalando que ofrece ventajas significativas sobre las pruebas a nivel individual en el seguimiento de la transmisión comunitaria de diversos patógenos.
El líder del Partido Verde de Ontario, Mike Schreiner, se unió las voces que se oponen a la supresión del programa. En un comunicado, Schreiner describió la vigilancia de las aguas residuales como "una herramienta vital" para el seguimiento de las amenazas de enfermedades infecciosas.
También señaló las aplicaciones más amplias de la vigilancia de las aguas residuales, como el seguimiento de las tendencias del consumo de drogas, la identificación de contaminantes, la evaluación de las intervenciones de salud pública y el seguimiento de la resistencia a los antimicrobianos.
La Mesa Consultiva Científica COVID-19 de Ontario, que originalmente elaboró el informe de vigilancia de las aguas residuales, se disolvió en septiembre de 2022. Desde entonces, el programa ha sido una piedra angular en la estrategia de salud pública de la provincia.
A medida que se acerca la fecha de finalización, el debate sobre el futuro del programa subraya la necesidad permanente de una sólida infraestructura de salud pública para gestionar no sólo las amenazas actuales de enfermedades infecciosas, sino también las emergentes.
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