En un ritual de Jueves Santo que simboliza la humildad, el papa Francisco lavó los pies de una docena de presos en una cárcel de menores de Roma, les aseguró de su dignidad y dijo que “cualquiera de nosotros” puede caer en el pecado.
La cárcel Casal del Marmo en las afueras de Roma es la misma donde Francisco realizó el primer lavado de pies de su pontificado, demostrando su creencia de que la iglesia católica debe prestar atención a los marginados de la sociedad.
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El jueves, el papa repitió el rito con 10 varones y dos mujeres que cumplen condenas en e lugar. Se inclinó, vertió agua sobre un pie de cada uno, lo secó suavemente con una toalla y lo besó.
Cuando Francisco elevaba la vista para sonreír, le tomaban la mano y la besaban. Varios le susurraron al oído y conversó brevemente con cada uno.
El rito recuerda cómo Jesús lavó los pies de sus 12 apóstoles durante la última cena antes de que lo llevaran a crucificarlo.
Jesús “lava los pies de todos”, dijo Francisco a varias decenas de presos reunidos en la capilla. “Conoce todas nuestras debilidades”, dijo el papa en una homilía improvisada.
Seis de los 12 eran menores, y los demás habían cumplido la edad adulta mientras purgaban sus condenas. Había un musulmán de Senegal y jóvenes de Rusia, Croacia y Rumania, dijo el Vaticano.
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